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Continuamos en este ayuno de 40 días, esta temporada que nos lleva hasta Pentecostés. Creo que debemos realmente entregarnos a una obra interna del Espíritu Santo, no es solo algo externo por lo que estamos orando. Por la cosecha mundial, por el avivamiento, por Pentecostés. Necesitamos un cambio interior en nuestros propios corazones. La Biblia dice que David dijo: «Afligí mi alma con ayuno». Humillé mi alma. Esa parte anímica de nuestras vidas que exige placer, que exige entretenimiento. Escuchen, Dios quiere librarnos para encontrar satisfacciones que son mayores que las satisfacciones de este mundo. En Jeremías, Él dijo: «O, estoy tan consternado que hayas abandonado las fuentes de aguas vivas y te hayas cavado cisternas que no retienen agua». Hemos rechazado las fuentes. Incluso David dijo: «¡Todas mis fuentes están en Ti!»

Oro esto todo el tiempo, «¿podría estar completamente satisfecho con los ríos de los placeres de Dios?» «A Su diestra están los placeres para siempre». Uno de los pasajes en mi corazón justo después de estas elecciones. En mi alma, tal vez no en las suyas, tuve una profunda decepción. Estábamos orando; creíamos que íbamos a ver algunos avances importantes. Y Dios me llevó a este pasaje en Isaías 6. Allí está orando Isaías. Uzías, un gran Rey, que fue rey sobre Israel durante 56 años, una de las temporadas más altas de prosperidad en la historia de Israel y, sin embargo, algo estaba mal en Israel. Estaban llenos de prosperidad, pero habían perdido su fuego por Yahvé. Isaías clama a Dios y el Señor se le aparece y le dice. «En el año en que murió el rey Uzías, vi al Señor». Creo que cuando los hombres se quedan sin respuestas, es cuando Dios se revela. Él es nuestra única ayuda. “En el año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor alto y sublime”. Esto es lo que estoy orando, que de esta temporada de covid, de estos años de oscuridad, de esta angustia, hay algunos que van a venir al cielo. Estoy orando: «Veamos al Señor alto y sublime». ¿Qué pasaría si oráramos durante 40 días, “¡desvela el velo! En los días del covid, el malestar social, revélate». Cuando no hay respuesta de los reyes o de la política, Señor, queremos verte en lo alto y enaltecido. El año en que murió el rey Uzías, vi al Señor en lo alto y alzado. Su borde del manto llenó el templo. Se llenó de la gloria de Dios. Y ahí, en este contexto, dijo que un ángel tomó un carbón del fuego y le puso el carbón en los labios. Y él dice: «Yo viviría entre un pueblo de labios inmundos y él le puso un carbón en sus labios y le limpió los labios», y luego dice: «¿Quién irá por mí? ¿Y a quién enviaré?» Y luego Isaías dice: «Aquí estoy, envíame».

Es interesante lo que dice allí. ¿Cuál fue la respuesta al envío? ¿Por qué lo estaba llamando y enviándolo? Dice que lo iba a enviar a los Judíos que no pueden oír ni ver. Creo que este Ayuno de Yeshua se nos está dando por una temporada que iban a ser «enviados», porque ahora es el momento para que sus ojos vean y sus oídos se abran. En estos 40 días, creo que hay una preparación. Le estoy pidiendo a Dios que ponga un carbón donde el pecado me ha mantenido atado. Quiero un fuego en mis ojos, un fuego en mis labios, un fuego que esté tocando mis oídos y lo que escucho, un fuego para mi corazón, porque he visto al Señor. Existe esta preparación profunda de un sellado y una limpieza profunda. ¿Qué pasaría si Dios durante estos 40 días comenzara a visitar a las personas con una revelación de Jesús? Para sellar su corazón con fuego interior, y fuera de eso Él dice: “¿Quién irá por mí a los pueblos Judíos? ¿Quién irá por mí a los no alcanzados?” Y diremos: «Aquí estoy, envíame». Porque es hora del gran despertar, la revelación de Yeshua a los pueblos Judíos. Preparemos nuestros corazones y luego atrevámonos a creer que Dios va a lanzar obreros a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.