fbpx

«Lo primero que se hizo, antes de que el poder cayera sobre Azusa, fue tener una temporada unida de diez días de ayuno y oración. Si alguna vez hubo sectarismo, el ayuno lo rompió.» – Mamá Craton

El 6 de abril de 1906, William Seymour y su pequeño grupo de creyentes comenzaron un ayuno de diez días para orar por el Bautismo del Espíritu Santo. Se les unió la amiga de Seymour de Houston, Lucy Farrow, quien era la única allí que había recibido el bautismo. Tres días después del ayuno, el 9 de abril, Seymour y Farrow fueron a orar por el anfitrión de Seymour, el Sr. Edward Lee, quien había pedido oración por sanidad. El Sr. Lee les habló de un sueño que había recibido la noche anterior, donde los doce apóstoles se acercaron a él y le explicaron cómo hablar en lenguas. En respuesta al sueño, Seymour y Farrow oraron por el Sr. Lee e ¡inmediatamente recibió el Bautismo del Espíritu Santo y comenzó a hablar en lenguas! Llenos de emoción, se apresuraron a la reunión en la calle Bonnie Brae. El señor Lee levantó su voz y comenzó a hablar en lenguas delante de todos. ¡Pronto otros estaban hablando en lenguas y el bautismo completo del Espíritu Santo estaba sobre ellos!

    Rápidamente las personas en Los Angeles se enteraron de este fenómeno. Frank Bartleman dijo que «la noticia se propagó como el fuego, naturalmente.» La noche siguiente, la casa de Bonnie Brae se llenó y las multitudes se desbordaron en las calles. Mientras Seymour predicaba, la gente del otro lado de la calle se caía al suelo bajo el poder del Espíritu y comenzaban a hablar en lenguas. Las reuniones continuaron en la calle Bonnie Brae sin interrupción durante tres días seguidos. Las multitudes abarrotaron la casa con tal intensidad que, de hecho, el porche de la entrada se derrumbó, aunque nadie salió lastimado. En realidad no fue hasta el cuarto día, el 12 de abril, que el propio Seymour recibió el Bautismo del Espíritu Santo después de permanecer despierto toda la noche en oración y ayuno. “A medida que personas hambrientas por descubrir más de Dios llegaban, personas de todas las razas, culturas, y trasfondos demoninacionales, Seymour se vio obligado a encontrar un edificio más grande para acomodar a las multitudes cada vez más grandes. El 14 de abril, se mudaron a un antiguo edificio en el 312 de la calle Azusa que había sido utilizado recientemente como establo de caballos y motel.

    En el 312 de la calle Azusa, Seymour comenzó a tener tres servicios al día, siete días a la semana. El edificio siempre estaba lleno. Gran cantidades de personas experimentaron el Bautismo del Espíritu Santo, el hablar en nuevas lenguas, y la sanidad física. En el libro de Bartleman, What Really Happened at Azusa St.? (el que traducido es: Qué Ocurrió Realmente en Azusa?), describió el avivamiento diciendo: «De repente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo daba el llamado al altar. Los hombres caían por toda la casa, como los muertos en una batalla, o se apresuraban hacia el altar en masas para buscar a Dios. La escena a menudo se parecía a un bosque con los árboles caídos. Algunos afirman haber visto la gloria de Dios (shekinah) por la noche sobre el edificio.» Dios derramó un nuevo día de Pentecostés.

    El Avivamiento de la calle Azusa continuó hasta 1915 y de ahí se originaron los movimientos pentecostales y carismáticos modernos. Hoy en día hay más de 600 millones de creyentes pentecostales y carismáticos. Testigos presenciales del avivamiento apuntaron al ayuno y a la oración como el combustible del fuego.

    Glen Cook dijo: «Tenía una habitación contigua al hermano Seymour. Sé que el hermano Seymour ayunó durante semanas a la vez y sólo comía de vez en cuando. Hubo mucho ayuno y oración en aquellos días, y creo que hoy podríamos tener otro Azusa aquí si el pueblo de Dios comenzara a humillarse en mucha oración y ayuno.»

    A.W. Dodson recordó: «Sólo esperaron al Señor en ayunos, en oración y en la unidad del Espíritu. Cuando el Espíritu Santo hablaba y se movía, ellos se movían. El Espíritu Santo era su líder, y cuando el Espíritu ungía una persona, entonces esa persona hablaba. No había barrera denominacional; nadie hizo callar a otro o le dijo que se sentara. El Espíritu Santo estaba allí en marcha y esto fue llevado a cabo a través de la intensa cercanía y comunión con Dios por todos al olvidarse de la comida y sus cuidados. Sólo bebimos de la Fuente del Espíritu.»

Referencias:

Pin It on Pinterest

Share This