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«Primero, lee la Palabra de Dios. Segundo, consume la Palabra de Dios hasta que te consuma. Tercero, cree la Palabra de Dios. Cuarto, actúa sobre la Palabra.» – Smith Wigglesworth

Lleno de compasión por los enfermos, Smith Wigglesworth reunía a enfermos semana tras semana y los transportaba hasta el Servicio de Sanidad de Leeds, pagando por sus tarifas con el dinero que ganaba como plomero. Esa era su forma de ayudar. Era un hombre analfabeto, quién no tuvo mucha educación, pero era feliz ayudando a llevar a los enfermos a personas que pudieran ministrarles. Pero esto no le impedía decir lo que pensaba. A menudo criticaba a los líderes del servicio de sanidad porque usaban lentes. Les preguntaba: «¿Por qué usan lentes si creen en la Sanidad Divina?» A pesar del mal temperamento de Wigglesworth, los líderes del Servicio de Sanidad apreciaban su corazón por los enfermos y necesitados.

    Una semana, Wigglesworth fue contactado por los líderes del Servicio de Sanidad. Le dijeron que todos estarían fuera de la ciudad la semana siguiente y querían que Wigglesworth dirigiera el servicio. «Yo no puedo dirigir un servicio de sanidad,» dijo Wiggleswrth. «No tenemos a nadie más,» respondieron. Se le vino un pensamiento. Todo lo que tendría que hacer era organizar la reunión; siempre podría encontrar a alguien más para hablar. «Mucha gente sabe hablar,» razonó Wigglesworth.

    La semana siguiente el lugar estaba lleno de gente. Mientras Wigglesworth buscaba a alguien para hablar, todos respondieron con las mismas palabras: «No. Tú has sido elegido y debes hacerlo.» Sin tiempo y sin nadie más para hablar, Wigglesworth salió al podio. No recordó de lo que dijo, pero después de que terminó de compartir, quince personas hicieron fila para recibir oración para ser sanadas. Un hombre había venido desde Escocia y luchó por levantarse sin sus muletas. ¡Wigglesworth oró por él y el hombre fue sanado instantáneamente! Nadie en la habitación estaba más sorprendido por estos resultados que el propio Wigglesworth. ¿Cómo había usado Dios sus manos para sanar a este hombre? La sanidad despertó la fe en la sala y las catorce personas restantes fueron milagrosa y completamente sanadas. Ese humilde momento comenzó el poderoso ministerio de sanidad del hombre conocido como el «Apóstol de la Fe.»

    Nacido en una familia muy pobre en Inglaterra en 1859, Smith Wigglesworth se vio obligado a trabajar 12 horas al día recogiendo y limpiando nabos a la edad de seis años para ayudar a mantener a la familia. Salvado a la edad de ocho años mientras acompañaba a su abuela a un servicio metodista wesleyano, Wigglesworth inmediatamente se dedicó a ganar almas al guiar a su madre al Señor. A la edad de 16 años, se unió a la obra de El Ejército de Salvación en su ciudad natal de Bradford. Movido a compasión por los perdidos, Wigglesworth comenzó a ayunar y orar semanalmente. A menudo, él y los miembros de El Ejército de Salvación pasaban noches enteras orando por los perdidos. Oraban por la salvación de 50 a 100 almas cada semana. Semana tras semana sus oraciones fueron contestadas y muchos fueron salvados.

    Wigglesworth se mudó a Liverpool para trabajar como plomero a los 20 años de edad y comenzó a rodearse de decenas de niños desiguales y hambrientos. Aunque ganaba mucho dinero, gastaba todo lo que tenía para comprar comida para los niños. Estos niños se convirtieron en su congregación y él tenía reuniones semanales con ellos. Wigglesworth dijo: «Ayunaba todo el día cada domingo y oraba, y nunca recuerdo haber visto menos de cincuenta almas salvadas por el poder de Dios en las reuniones con los niños, en los hospitales, en los barcos y en El Ejército de Salvación. Esos fueron los grandes días del despertar las almas.»

    Más tarde en su vida, un día el Señor habló con Wigglesworth y le dijo: «Quiero que vayas a levantar a Lázaro.» Lázaro era un inválido del que Wigglesworth había oído hablar que vivía en otra ciudad y había estado en cama, siendo alimentado con cuchara, durante 6 años después de enfermarse en su trabajo en una mina de estaño. El cuerpo de este hombre estaba en plena decadencia y no parecía haber vida ni esperanza en él. Wigglesworth fue para levantarlo.

    Al llegar, Wigglesworth fue recibido por una penumbra oscura de incredulidad. Casi todos en el pueblo se habían dado por vencidos con respecto a Lázaro, incluyendo al propio Lázaro. Wigglesworth buscó para encontrar a seis personas con cualquier nivel de fe para que se unieran a él para orar por la sanidad de Lázaro. Al contar este relato, Wigglesworth dijo: «Nunca servirá darle la atención a las opiniones humanas. Si Dios dice algo, tienes que creerlo. Le dije a la gente que no comería nada esa noche. Cuando llegué a la cama parecía como si el diablo estuviera tratando de poner sobre mí todo lo que había puesto sobre ese pobre hombre. Cuando desperté tuve tos y toda la debilidad de un sujeto tubercular. Me rodé de la cama al suelo y le grité a Dios para librarme del poder del diablo. Grité lo suficientemente fuerte como para despertar a todos en la casa, pero nadie se despertó. Dios me dio la victoria y volví a la cama tan libre como nunca en mi vida. A las 5 en punto, el Señor me despertó y me dijo: ‘No comas pan hasta que lo comas en Mi mesa…’ y a las 6 en punto me dio estas palabras: ‘…y yo lo levantaré.’ A las 8 en punto me dijeron: ‘Toma un poco de refresco.’ Pero he encontrado que la oración y el ayuno son de mayor gozo, y siempre será así cuando seas guiado por Dios.»

    Wigglesworth y los demás fueron a la habitación de Lázaro, se reunieron a su alrededor y comenzaron a orar, simplemente repitiendo el nombre de Jesús una y otra vez. Cinco veces el poder de Dios cayó sobre la habitación y luego se fue. En la sexta vez que cayó, Lázaro comenzó a hablar y a arrepentirse de las amarguras de su corazón y por contristar al Espíritu de Dios. ¡Una última vez cayó el poder de Dios y Lázaro fue completamente sanado! Se levantó, se vistió, bajó las escaleras y desde ese día en adelante comenzó a proclamar con valentía lo que el Señor había hecho por él. Se corrió la voz por todo el campo de su sanidad y muchos fueron salvados, porque Lázaro había estado enfermo por seis años. Este es sólo uno de los muchos relatos notables de la sanidad que Dios realizó a través de la vida de Smith Wigglesworth.

    Wigglesworth vivió hasta la edad de 87 años y viajó por el mundo ministrando con un poderoso don de sanidad. Su vida y su ministerio fueron marcados por una fe inquebrantable. Él dijo: «No me conmueve lo que veo. Estoy conmovido sólo por lo que creo. Si alguna vez Wigglesworth se sentía alejado de su fe o su fuego declinaba, ayunaba y oraba hasta que lo recuperaba. Su gran fe en Dios lo llevó a ver a 14 personas resucitadas, muchas multitudes sanadas y salvadas, y millones de personas tocadas por su ministerio. Fue una inspiración para los evangelistas que siguieron, como T.L. Osborn.

    Para más historias de otros grandes padres espirituales del Reino Unido que ayunaron y oraron, miren la vida de John Wesley, George Whitefield, Charles Spurgeon, Rees Howells, Hudson Taylor y tantos otros cuyas vidas fueron marcadas por el ayuno y la oración.

Referencias:

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