Ahora pregunto: ¿Acaso tropezaron para no volver a levantarse? ¡De ninguna manera! Más bien, gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para que Israel sienta celos. Pero, si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá! Me dirijo ahora a ustedes, los gentiles. Como apóstol que soy de ustedes, le hago honor a mi ministerio, pues quisiera ver si de algún modo despierto los celos de mi propio pueblo, para así salvar a algunos de ellos. Pues, si el haberlos rechazado dio como resultado la reconciliación entre Dios y el mundo, ¿no será su restitución una vuelta a la vida? – Romanos 11:11-15
Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: “No vayan entre los gentiles ni entren en ningún pueblo de los samaritanos. Vayan más bien a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.” – Mateo 10:5-6
Quiero consolar el corazón de Dios
Durante este ayuno, he sido cautivado con el corazón de Dios por su propio pueblo. Mientras hemos estado orando Ekballo, me ha conmovido profundamente lo que significaría para Jesús cuando la iglesia en todo el mundo comience a orar Ekballo por Su propio pueblo, aquel hacia donde dirigió a sus discipulos para que oraran y fueran y después a los gentiles,
Cuando Jesús dijo: «Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo,» entonces dirigió a esos discípulos, no a que fueran a los gentiles, sino a que fueran a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Gimió allí por su propia gente. Ahora, más de 2,000 años después, ¿cual crees que es su gemido? Quiero consolar el corazón de Jesús. Tengo este profundo sentimiento profético de que a medida que este enorme movimiento mundial de Jesús estalle, va a estallar entre el pueblo Judío también y quizás primero, antes que nada. ¿Podría ser la hora del inicio del cumplimiento de Romanos 11:15 que habla acerca de los Judíos que reciben a Cristo? «Pues, si el haberlos rechazado dio como resultado la reconciliación entre Dios y el mundo, ¿no será su restitución una vuelta a la vida?”
El año pasado, una joven Judía que ha lanzado un movimiento de 40 días de ayuno en Israel me llamó con un sueño en el que me dijeron: «No puedes ver un avivamiento en Estados Unidos a menos que tú, Lou, comiences a orar por el pueblo Judío.» Estoy sopesando mucho el sueño. Hoy comenzamos a orar al final de este ayuno, para que en todo el mundo el Señor de la cosecha arroje a los obreros al campo de la cosecha Judía tanto en la tierra de Israel como en la diáspora en todo el mundo.
Jesús, una vez más sabemos que estás mirando a tu propia gente acosada e indefensa como ovejas sin pastor. Y sabemos que tu corazón está quebrantado porque hay pocos obreros. Así que tomamos tu gemido y tu oración. Buscamos alinearnos con tu corazón roto. Te rogamos que hagas lo que has estado deseando hacer desde que ordenaste por primera vez a tus discípulos que oraran esta oración: «Arroja obreros a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.»