DIA 23 – No Llores por mí Argentina

«Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús.» – Hechos 4:13

Los héroes surgirán del polvo de las circunstancias oscuras y despreciadas, cuyos nombres serán exhibidos en la página eterna de la fama en el cielo. El espíritu está cubriendo nuestra tierra de nuevo como al amanecer de la creación, y el decreto de Dios sale. «Sea la luz.» – 16 de noviembre 16 de 1905, Frank Bartleman

    Muchos han oído hablar de la película Evita, sobre la esposa del presidente Juan Perón de Argentina. Una canción cantada por Madonna llamada «No llores por mi Argentina» se hizo famosa en esa película. En esa época de la historia de Argentina, algo mucho más asombroso estaba ocurriendo.

    En 1952, un evangelista estadounidense llamado Tommy Hicks estaba en Tallahassee, FL, cuando Dios le dio una visión. Vio un mapa de América del Sur cubierto de campos dorados de cosecha madura. Mientras observaba, el trigo se convertía en hombres y mujeres con las manos levantadas que gritaban: «¡Ven, hermano Hicks, ven y ayúdanos!» (Amigos, ¡el llamado como el de Macedonia, sigue sucediendo!)

    Al mismo tiempo, Dios le dio a Hicks una palabra profética que fue confirmada literalmente tres meses después por un profeta.

Porque dos nevadas no pasarán sobre la tierra hasta que vayas a esta tierra, porque no irás en barco ni en tierra, sino como un pájaro, volando por el aire irás.

    En 1954, «dos nevadas» después, Hicks estaba volando a Argentina. Había sido invitado por un grupo de pastores para hablar en una campaña evangelística que estaban planeando en Buenos Aires. Hicks no fue la primera opción. Fue invitado porque T.L. Osborn había rechazado la invitación. Cuando Hicks puso un pie en Buenos Aires, la capital del país, se encontró con una nación que era considerada por la junta misionera como el campo de misiones menos fructífero en el hemisferio occidental. Un censo en 1949 de las tres denominaciones protestantes más grandes de Argentina resultó en la mísera cantidad de 574 miembros. Argentina estaba atrapada por la adoración ocultica y el espiritismo. Hicks no se inmutó. Había escuchado del Señor de la Historia.

    Durante su vuelo, Hicks escuchó repetidamente la palabra «Perón» susurrada a su espíritu. Le preguntó a la azafata si esa palabra significaba algo para ella. Ella le informó que Juan Perón era el Presidente de Argentina.

    En la primera reunión de Hicks con el comité pastoral en Buenos Aires, les informó que tenía dos requisitos previos para la campaña evangelística. Primero, necesitaría una reunión en persona con el presidente Juan Perón. Segundo, necesitaría un estadio de 25,000 asientos para la campaña. El comité le dijo que sus demandas eran imposibles. El presidente Perón sólo apoyaba a la iglesia Católica Romana autorizada por el estado. Además, un estadio sólo podía obtenerse por la aprobación directa del Presidente. Para ambas solicitudes, se necesitaba una reunión con el Presidente.

    Hicks sabía lo que Dios había hablado y decidió dar un paso de fe. Con un intérprete, fue a la Casa Rosada, la casa del Presidente Juan Perón. No es de extrañarse que no pudiera obtener una reunión con el Presidente. Mientras esperaba en la oficina del Ministro de Cultos, un hombre cojeaba en la habitación. Hicks notó la cojera y le preguntó si podía orar por él. Quejándose, el hombre dijo: «Si Jesucristo estuviera aquí mismo, ni Él podría ayudar a esta pierna.» Hicks, quien no hablaba español, preguntó: «¿Qué dijo acerca de Jesucristo?» Al entender la respuesta del hombre, Hicks se inclinó y oró por él. La pierna del hombre se sanó inmediatamente y todo el dolor se fué. ¡El hombre por el que Hicks oraba era el guardaespaldas personal del Presidente Perón! Hicks recibió una invitación para regresar al día siguiente y reunirse con el presidente.

Al reunirse con el Presidente Perón, Hicks hizo una solicitud de un estadio para organizar una campaña evangelística y de una cobertura total de los medios. El presidente Perón le preguntó a Hicks si Dios podía sanarlo, ya que tenía una condición desfigurante e incurable en la piel. ¡Hicks oró por él y el presidente Perón se sanó al instante! Hicks ahora tenía permiso completo para su cruzada.

Con el uso del Estadio Atlántico de 25,000 asientos, el libre acceso a la radio y la prensa estatales, y la libertad de predicar en cualquier lugar que desee, Hicks comenzó la campaña el 14 de abril de 1954, con la asistencia de 6,000 personas. Todas las noches, Hicks predicaba el Evangelio y luego oraba por los enfermos. Dios sanó a los enfermos, la prensa verificó e informó los milagros, y las multitudes Argentinas crecieron, llenas de curiosidad y de asombro. Esto comenzó 54 días consecutivos de campañas mientras Hicks y la campaña rápidamente  superaban al Estadio Atlántico y se trasladaban a la plaza de toros Huracán con 180,000 asientos. ¡Para la noche final, 200,000 personas estaban presentes! Durante estos 54 días, entre tres y seis millones de personas asistieron a la campaña evangelística. El misiólogo y estadístico bautista, Arno Enns, escribió después que la campaña de Hicks le «quebró la espalda a la resistencia de Argentina al testimonio evangélico.»

¿Cuál era el secreto del poder de Tommy Hicks? ¿Cómo surgió una persona a tal nivel que pudo sacudir a una nación? En el boletín de Franklin Hall se escribió sobre los grandes evangelistas que tuvieron experiencias de ayunos que marcaron sus vidas y definieron sus ministerios. El apellido mencionado era Tommy Hicks. ¿De dónde sacó su poder? Ayuno y Oración – El Poder Atómico De Dios.

Hay miles de hombres y mujeres que nadie conoce que están excavando profundamente en los pozos de la historia del avivamiento a través del ayuno prolongado. Estos héroes surgirán de las páginas de la oscuridad y liberarán el mandato de Dios. “¡Sea la luz!” Así que anima a las personas que nadie conoce, porque ellos podrían ser las vasijas de poder elegidas por Dios, ¡forjados en el fuego del ayuno!

Referencias: 

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