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En la década de 1990, comencé un ministerio llamado «Pasadena para Cristo.» En una de nuestras reuniones, tuvimos el privilegio de haber tenido a un hombre poderoso de Dios de Argentina quien vino a hablar. Se llamaba Omar Cabrera. Había experimentado, al igual que los anteriores evangelistas de Argentina, una profunda sensación de frustración en el ministerio, con poco avance y fecundidad. Él cuenta la historia de haber cerrado todo, de ir a Miami y ayunar 40 días con agua solamente.

    Al volver a Argentina, la mano del Señor vino sobre él. Iba a ciudades, unía a los pastores y se apartaba para ayunar y buscar a Dios. Se quedaba en una habitación de hotel y se purificaba por días mientras su esposa se alojaba en la habitación del hotel adyacente orando por él. Después de una limpieza profunda, los espíritus demoníacos que gobernaban la región aparecían en su habitación. Luchaba con ellos en el espíritu y los ataba (¿podría ser esto de lo que Pablo estaba hablando cuando dijo en Efesios 6:12 que «no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo?»). Cabrera salió de su hotel habiendo obtenido una victoria espiritual. Como resultado, comenzaron a tener lugar reuniones masivas en estadios en los que la gente era sanada y salvada incluso antes de que empezara a predicar.

    Una historia que se me había contado, según recuerdo, decía que vió un hombre que no tenía un brazo, ¡pero ante sus propios ojos le creció uno nuevo!

    Recientemente, mientras estaba organizando una movilización en Argentina para The Send, yo estaba contando su historia. Un pastor me interrumpió, diciendo: «¡Lou, este hombre que está interpretando para ti ahora mismo es el hijo de Omar Cabrera!» Estaba tan conmovido. Omar fue uno de los primeros radicales que encendieron la visión del ayuno en mi propia alma. Me sentí como si hubiera regresado al llamado original.

    Yo oro incluso que cuando leas la historia de Argentina, que tu vela encienda la antorcha de la llama brillante de estos pioneros del ayuno y el evangelismo, y que pongas esa vela en un candelero para que todo el mundo la vea.

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